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martes, 7 de marzo de 2017

Naufragios de La Armada de Felipe II. Una historia que nos une a Irlanda

Desde que leímos el libro de Miquel Silvestre, "La Fuga del Náufrago", nos pareció fascinante la historia que nos contaba, un nexo de unión entre españoles e irlandeses y nos enamoró la idea de hacer, como narraba el explorador español en su libro y su documental, una ruta por Irlanda con nuestros hijos visitando las zonas de naufragios de la Armada de Felipe II, la mal llamada "Armada Invencible", en las tempestuosas costas del norte y oeste de Irlanda, sucedida durante la vuelta a casa tras la batalla con los ingleses en 1588.

La historia a veces juega malas pasadas y lo que cuentan los libros de historia, escritos por unos o por otros, con más influencia o más amor patrio, no tiene que ser lo que realmente sucedió. Esto le pasó a la flota de Felipe II, la que nacería como La Grande y Felicísima Armada Española, ha quedado estigmatizada para siempre, por la influyente leyenda negra inglesa, como la gran derrotada ante las costas inglesas, asignándole, como mofa británica, el mote de "La Invencible", que ha perdurado hasta nuestros días. Pero, cuando se investiga un poco más el tema en profundidad, los estudios dicen que en realidad tal derrota no sucedió. Tanto la Armada Inglesa como la Armada Española se vieron dañadas tras las refriegas entre barcos. El objetivo del rey español, la invasión de Inglaterra (en pro del catolicismo en primer lugar y en segundo lugar para intentar eliminar la instigación de los piratas ingleses sobre los barcos españoles), no se pudo llevar a cabo por determinados problemas de entendimiento de la flota con los Tercios de Flandes, que no se pudieron unir a la batalla para la gran ofensiva final prevista y no realizada. Pero realmente no hubo ningún vencedor en dicha batalla, ni españoles, ni ingleses, por mucha publicidad que se hiciesen estos últimos a lo largo de los siglos.


Los barcos españoles regresaron en su mayoría a casa para reorganizarse. De los 127 barcos que zarparon, volvieron alrededor de 80, teniendo en cuenta que más de veinte naufragaron por el temporal ante las costas de Irlanda a la vuelta, en la batalla no se perdieron tantos.  Eso sí, fue un regreso sin gloria debido a la falta de invasión, más que una derrota. Durante mucho tiempo se atribuyó a Felipe II la frase "yo envié a mis naves a pelear contra los hombres, no contra los elementos", se piensa que nunca la pronunció, pero resume muy bien todo lo que parece que sucedió.

La decisión de volver a casa para reavituallarse dando un rodeo, para no tener que enfrentar a los ingleses de nuevo en el Canal de la Mancha, bordeando las costas del Oeste de Irlanda, es la que ha hecho que la historia de los dos países se uniese para siempre. Debido al mal tiempo, más de veinte naves españolas naufragaron en las costas de Irlanda, sellando tradiciones entre ambas comunidades por las historias de los náufragos españoles en la isla.  En España casi nada se conoce sobre esta historia y nos sorprendió muy gratamente descubrir que en Irlanda, cualquier persona de a pie con la que entablábamos conversación, conociese amplios detalles de la misma.

Tras este apunte histórico, os dejamos una guía de los distintos puntos de Irlanda que visitamos relacionados con los naufragios de la Armada. Un viaje muy interesante por la preciosa "isla esmeralda", que nos hizo conocer un poco mejor, paisajes de ensueño, a los amables irlandeses y a su valiosa cultura.

Museo del Ulster:
Nuestra primera parada fue en Belfast, en el Museo del Ulster. Aquí podemos encontrar restos de la nave Girona. Un galeón napolitano de los que naufragaron en las costas de Irlanda en 1588. La exposición sobre la Armada es uno de los puntos fuertes del museo.


Hay una sala dedicada a los naufragios, donde en paneles se explica la historia de lo que aconteció ese año en las costas de Irlanda a las naves de la Armada de Felipe II y todo lo encontrado por buceadores en la Girona. Esta nave, cuyo capitán era Hugo de Moncada, participó con el resto de naves de la Armada en la lucha contra los ingleses. En su vuelta hacia España rodeando Irlanda junto a las demás, durante el temporal que hizo naufragar a muchas naves, ella pudo anclar en un puerto cercano a Donegal, donde fue reparada gracias a la ayuda de los clanes irlandeses liderados por MacSweeney Bannagh. De esta forma el barco, pudo volver a zarpar y fue cuando naufragó.

Al zarpar de nuevo hacia España, llevaba en su tripulación a importantes hombres del rey supervivientes de los naufragios de otras naves, como por ejemplo Don Alonso Martínez de Leiva, designando segundo comandante de toda la expedición si sucedía la muerte del jefe de toda la flota, el Duque de Medina Sidonia. Leiva iba al mando de la nao Rata Encoronada, que resistió estoicamente en el Canal de la Mancha frente al ataque inglés, pero allí quedó fuertemente dañada, consiguió atracar en las costas irlandesas, dicen que gracias a la ayuda que les proporcionaron a Leiva varios irlandeses de su tripulación (católicos que habían tenido que huir de su país tras la invasión inglesa y que se unirían a los españoles para luchar ante el enemigo común). Leiva desembarcó, quemó su nave para que no fuese aprovechada por el enemigo y tuvo que pasar por muchas vicisitudes esos días en tierras irlandesas, hasta encontrar de nuevo una nave española para regresar, La Girona. Pero por desgracia embarcar en La Girona no fue una buena elección.

La Girona volvió a zarpar hacia España desde un puerto del Condado de Donegal, pero el 28 de octubre un fuerte temporal la hizo naufragar junto a Punta Lacada, cerca de la famosa Calzada del Gigante. Leiva fue uno de esos leales capitanes, gallardo, valiente y con estampa de caballero español (como lo definiría el inglés Michael Lewis, uno de los que más ha profundizado en la historia de la Armada), que nuestra historia ha querido olvidar, junto con el resto de hombres que murieron en esas costas irlandesas y que yo hoy quiero recordar.

En el museo encontramos muchas cosas rescatadas de La Girona. Sorley Boy MacDonnall, del que os hablaré más adelante en el apartado del Castillo de Dunluce, rescató parte del tesoro de la nave tras su naufragio y después arqueólogos marinos en 1967 completarían los hallazgos que hoy se muestran en el Museo del Ulster. Podemos ver en el museo objetos diversos, como armas, cañones, joyas e incluso utensilios de medicina del barco. La joya del museo es sin duda una salamandra de oro y rubíes. Se piensa que este objeto puede ser un amuleto del barco para protegerlo del fuego, dicen también que pudo ser un tesoro azteca procedente de América, porque se habló que Hernán Cortés mandó a España una salamandra alada de oro. Fuese como fuese en el barco iban a bordo numerosos nobles supervivientes de otros naufragios y era conocida en la época la distinción con la que vestían los españoles por aquellos entonces, así que pudo ser un ornamento de cualquiera de sus nobles tripulantes. El museo es un lugar ideal para visitar con niños, hay salas interactivas muy interesantes para ellos.


Calzada del Gigante: 
La visita a la Calzada del Gigante es fundamental al viajar a Irlanda del Norte. Más de 40.000 columnas de basalto, producto de una enorme actividad volcánica en la zona hace 60 millones de años, forman este espectacular paisaje épico, envuelto en mitos y leyendas de las tradiciones irlandesas.


Uno de sus puntos en su costa, muy cerca de la Calzada, se llama en gaélico Port na Sapaniagh (puerto de los españoles), porque aquí precisamente fue donde llegaron muchos de los cuerpos de los españoles ahogados en el naufragio de la nave Girona. En este mapa de información que te ofrecen en el Centro de Visitantes de La Calzada del Gigante, aparece el punto concreto.


Como veis hay un trail que te lleva al punto exacto, nosotros al viajar con niños tan pequeños, no pudimos hacer ese sendero catalogado de alta dificultad. Por eso nos conformamos con mirar hacia esa zona desde la lejanía e imaginar la triste suerte de aquellos navegantes compatriotas en dichas aguas.


Castillo de Dunluce:
Este castillo data del s XV, construido por el clan de los MacQuillan. Pero sus dueños, en 1550, fueron expulsados por los MacDonnell, una familia descendiente de los escoceses MacDonald, que se convirtió en la familia dominante de las tierras del norte del Condado de Antrim. Esta familia eran férreos enemigos de la corona inglesa, lucharon durante décadas contra ellos. A nosotros nos interesaba particularmente la historia del castillo en 1588, ya que su ocupante en esas fechas, Sorley Boy MacDonnell, ayudaría a multitud de españoles procedentes de los naufragios de la Armada para que no fueran apresados por los ingleses.


Incluso el capitán Francisco de Cuéllar, del que después hablaremos, gran protagonista de nuestra ruta, se cree que pasaría por este castillo en su huida hacia el norte protegido por el obispo de Derry, que le ayudaría a llegar a Escocia.


En el cementerio de dicho castillo dicen que se encuentran enterrados muchos españoles fallecidos durante esos días de naufragios y escaramuzas. Además Sorley, llevó a su castillo algunas piezas de artillería y parte del tesoro de la malograda nave Girona, que se desintegraría por un temporal en las costas cercanas a esta fortaleza.


Como os podéis imaginar está muy cerca de la Calzada del Gigante, así que es perfectamente factible su visita en la misma jornada. Es un castillo impresionante frente al mar, suspendido al borde de los acantilados. Hoy es internacionalmente conocido porque los escenógrafos de la serie de TV Juego de Tronos, lo usaron para dar vida al castillo de los Greyjoy en Las Islas del Hierro y acuden multitud de fans a conocerlo.


Mis hijos se lo pasaron genial corriendo por sus ruinas, jugando a hacer pizzas de barro en los hornos de sus antiguas cocinas y tirando piedras hacia los acantilados. También tienen otra importancia histórica porque tras la batalla del Boyne, sus entonces ocupantes, se hicieron leales a los ingleses, gestándose así desde este castillo, el plan inglés de colonización de la zona. Este plan tendría como objetivo atraer colonos ingleses y escoceses a la zona, para tener más aliados en ella y evitar rebeliones irlandesas; y sería la semilla del conflicto político-religioso que en Irlanda del Norte ha perdurado hasta hace pocos años.

Ruta de Cuéllar. 
De esta historia hoy tenemos más datos en mayor medida gracias al Capitán Francisco de Cuéllar, un integrante de la Armada Española que naufrago con su nave ante un gran temporal en una playa del oeste de Irlanda en 1588 y atravesó por un sinfín de vicisitudes para salvar la vida. Imaginad lo que supondría sobrevivir a un naufragio, pero caer en tierras invadidas por el enemigo. Pasaría por el expolio de los irlandeses primero y el asedio de los enemigos ingleses después, pero que gracias a su astucia y ayudado por los clanes irlandeses, conseguiría salir de la isla y escribir una carta al rey Felipe II contándole todo lo acontecido. Este escrito es muy apreciado por los irlandeses por su valor histórico, porque es uno de los pocos documentos donde se describe como era la vida rural en la isla en aquella época. Cuéllar, así como muchos otros soldados españoles, recibieron la ayuda de los irlandeses y ambos pueblos se unirían para hacer frente al enemigo común en aquellos tiempos, los ingleses.

Existe una ruta ampliamente visitada y señalizada, que cuanta con varios puntos destacados por los que pasaría Cuéllar en su huida a Escocia desde su naufragio y de los que dejó constancias en sus escritos. Podéis seguirla en esta web de la Grange and Armada Development Asociation, una asociación creada en la población de Grange, para la protección, el desarrollo y la memoria histórica de dichos naufragios. Nosotros solo recorrimos algunos puntos que pasamos a detallar.



1.Playa Streedagh Beach
Llegamos a la playa de Streedagh Beach, en el condado de Sligo, al atardecer. En esta playa el 25 de septiembre de 1588, naufragarían ante el enorme temporal, tres grandes naves de la Armada Española, la Santa María de Visión, la Levante y la Juliana. Imaginaros el panorama desolador en estas costas ante la muerte de más de 1100 hombres ahogados y escupidos por el océano hacia la arena. Solo 300 llegaron a las costas con vida, pero allí se encontrarían con muchos problemas al estar Irlanda en ese momento invadida por el mismo enemigo.


Francisco de Cuéllar estaba en la nave Levante durante el naufragio. Es curioso, él era el capitán de otro barco, del galeón San Pedro. Pero en el Mar del Norte desobedeció ordenes y rompió la formación establecida, siendo condenado a muerte por desobediencia. Se encontraba en el Levante a espera de ejecución de sentencia.


Desde la playa, las vistas de la peculiar montaña Benbulben, traducción del irlandés como algo así como "Pico Mandíbula", un icono del condado de Sligo y que seguro que Cuéllar y sus hombres contemplarían en la lejanía.

2. Grange
Grange es la población a la pertenece la playa anterior. Como antes comenté, ha creado una asociación para el estudio y preservación de los hechos, la Grange and Armada Development Asociation, a la cual seguimos en Facebook y por la cual estábamos al día de muchos datos. Todos los años hacen un festival en septiembre que conmemora lo sucedido, al que algún día nos encantaría asistir. Nos apetecía conocer el pequeño pueblo y a sus gentes por su gran vinculación a esta parte de la historia, así que paramos a cenar en un pub local y otra vez nos quedamos gratamente sorprendidos de la amabilidad de los irlandeses. Allí, tras la cena, en la barra del pub, pasamos un buen rato de conversación y fue otro de los muchos momentos de nuestro viaje que nos hicieron comprobar que españoles e irlandeses tienen un carácter muy similar y que el entendimiento es recíproco.


3.Lago Melvin
Otro de los puntos del "Cuellar Trail". Nos encantó circular por esas pequeñas carreteras llenas de vegetación para llegar a él.


Allí buscamos el Castillo de Rossclogher, cuyos restos ruinosos quedarían en una pequeña isleta del lago y que acogieron a Cuéllar en su huida. Del castillo no encontramos rastro, paramos en varios sitios para preguntar por él y todas las personas con las que hablábamos conocían la historia de Cuéllar y de los naufragios, pero no nos sabían indicar donde estaban los restos del castillo. No nos importó demasiado, solo por contemplar el lago y los paisajes que lo rodean mereció la pena el desvío.



Spanish Point
Unos kilómetros al sur de los Acantilados de Moher, en el Condado de Clare, se encuentra este punto, el Spanish Point, llamado así en homenaje al lugar donde naufragaron otros dos barcos de la Armada Española, el San Esteban y el San Marcos. En los años ochenta, debido a la visita de los Reyes Don Juan Carlos y Doña Sofía, para la conmemoración de los 400 años de los naufragios, colocaron en este lugar el siguiente monolito que recuerda los hechos.


Hoy este lugar es una playa concurrida, un lugar de vacaciones lleno de surfistas y casas de veraneo. Pero aun sigue en la zona la memoria lo sucedido a los barcos españoles, un pequeño detalle es que en numerosos carteles con nombres de hoteles y restaurantes aun hacen referencia a este pasaje histórico.

Junto a la costa hay grandes explanadas verdes, hoy campos de golf, que en su día fueron sangrientos escenarios de muerte para los españoles supervivientes de los naufragios, que fueron ajusticiados sin clemencia en estas explanadas por Boetius Clancy, representante de la corona inglesa en estas tierras.


"Influencia española en Irlanda"
Estos naufragios no fueron un hecho histórico aislado, sino que la "influencia española" que ellos ocasionaron en la isla, es palpable en algunos detalles de la historia y tradiciones de Irlanda.



Existen una serie de leyendas sobre los "black irish", irlandeses de pelo oscuro y ojos claros, según dicen descendientes de los muchos españoles que naufragaron en las costas y que jamás regresaron a España. Incluso la única raza de caballos de Irlanda, el Pony de Connemara, se cree que surgió tras la llegada a nado a las costas, de los caballos españoles que transportaban los barcos naufragados. Otro dato que nos une es la patata, se piensa que los náufragos de la Armada llevaron la patata a Irlanda por primera vez. No sé si será así exactamente, pero lo cierto es que este tubérculo americano no se conocía en Europa y lo trajeron los navegantes españoles desde el Nuevo Continente. Los campesinos irlandeses asumieron este cultivo con entusiasmo ya que en su suelo rocoso y su clima lluvioso crecían con facilidad (tanto llegaron a depender de este cultivo los irlandeses, que en 1845 hubo una gran plaga que lo asoló, sumió a gran parte del país en la pobreza y obligó a emigrar a millones de personas). Esto puede tener algo de cierto o puede estar, como muchas cosas en Irlanda, adornado por la leyenda, pero sea como sea estos lazos existen y esta historia, como nosotros hemos podido comprobar al conversar con la gente, es conocida por todos en Irlanda.

Os animamos a conocer Irlanda, por este u otro motivo, porque su peculiar paisaje y la calidez de sus gentes os enamorarán sin lugar a dudas.




6 comentarios :

  1. Estupendo relato y bonito blog. Enlazo esta entrada en el mío. Gracias por las fotografías, son preciosas, sobre todo la del BenBulben, que yo también he visto. (Mujerárbol. http://mycrann.wordpress.com/)

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  2. Gracias a ti por enlazar mi post y por el comentario. Muy interesante tu blog. No había leído nada sobre el BenBulben antes del viaje y nada más ver la montaña me sorprendió mucho, es un bonito referente que se ve desde muchos puntos del condado. Un saludo!

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  3. Gracias a ti por enlazar mi post y por el comentario. Muy interesante tu blog. No había leído nada sobre el BenBulben antes del viaje y nada más ver la montaña me sorprendió mucho, es un bonito referente que se ve desde muchos puntos del condado. Un saludo!

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  4. Felicidades Nieves. Una entrada interesantisima por tu habilidad combinando detalles historicos con vuestras propias experiencias que al final, como siempre, despierta las ganas por conocer el lugar!! Un abrazo!

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  5. Gracias Helena!! Nos cautivó esta historia y fuimos a buscarla. Nos encontramos con escenarios preciosos y mucha amabilidad por parte de los irlandeses.

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  6. Gracias Helena!! Nos cautivó esta historia y fuimos a buscarla. Nos encontramos con escenarios preciosos y mucha amabilidad por parte de los irlandeses.

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