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jueves, 23 de julio de 2015

Sonrisas viajeras: Sonrisas saharauis

Hace uns días llegaron los niños saharauis que vienen a pasar las vacaciones a nuestro país. La convivencia con ellos durante estos días en mi trabajo me ha hecho reflexionar a cerca de ciertas cuestiones. Nosotros viajamos con nuestros hijos, creemos que viajar les abrirá los ojos al mundo, queremos que conozcan otras formas de vida y otras realidades. Huimos de los viajes tipo tours por parques de atracciones con diversión constante comercial, solemos viajar en low cost con súper ofertas de vuelos y calculamos todo al milímetro para minimizar los costes. Pero aun así viajar al extranjero no deja de ser una pijada que no todo el mundo con la situación en la que vivimos actualmente se puede permitir, quiero que mis hijos viajen, pero que aprendan el valor de ello y que no lo normalicen como algo que no cuesta trabajo conseguir. Todo esto está muy bien sobre el papel, pero llevarlo a la práctica es muy difícil, ya que hoy nuestros hijos tienen de todo, les cuesta ilusionarse con las cosas, no solo con los viajes, sino con todo en general, por ejemplo reciben un regalo y a los cinco minutos están cansados del mismo y ya están pidiendo otras cosas. Por todo ello estos días pensaba en la enorme diferencia en la experiencia vacacional que tienen estos niños saharauis, con la que tienen mis hijos o los niños de nuestro entorno.

El pueblo saharaui es una de esas poblaciones olvidadas a nivel político por los intereses de los más fuertes. Su territorio fue ocupado en la década de los setenta por Marruecos y desde entonces sufren constantes violaciones de los derechos humanos sin que la comunidad internacional intervenga. El Sahara era territorio español, pero España en los setenta, en plena transición y con un montón de problemas internos en ese momento, no supo actuar, se lavó las manos y dio la espalda al pueblo saharaui frente a Marruecos. Ahora los saharauis viven en su territorio ocupado, como digo bajo unas condiciones lamentables impuestas o en los campos de refugiados en Argelia. Estos campos de refugiados llevan en pie desde hace más de treinta años y han cambiado poco desde sus inicios. Ya han nacido terceras generaciones de familias en ellos, por tanto, personas que no conocen otra realidad que esa. Como en todo campo de refugiados se vive en casas provisionales, con la tristeza de vivir en un lugar que no te pertenece, de paso, pero el momento de volver a tu tierra no llega nunca, no hay trabajo, se subsiste de la ayuda humanitaria (que cada vez es menor) y para colmo estos campos están en un desierto con la escasez de agua y la dureza que ello implica.

Los niños que vienen de vacaciones a nuestro país lo hacen los veranos desde hace más de quince años. No los traen las instituciones, los traen personas anónimas que se han unido en asociaciones de ayuda al pueblo saharaui y que se las ingenian para conseguir dinero para tal fin. Antes había ayuntamientos o instituciones que sufragaban la mayoría de los gastos, pero hoy con la excusa de la crisis este panorama ha cambiado y son las asociaciones las que se las tienen que ingeniar con rifas, tómbolas...para conseguir ese dinero. Es decir, son los padres de acogida, que son los que suelen formar esas asociaciones, los que pagan o bien el dinero completo o bien parte del dinero que falte después de lo recaudado en común. Traer un niño desde el Sahara ha costado este año 640 euros por niño (gastos del avión y de las gestiones del visado colectivo). Por tanto, el número de niños que viene de vacaciones ha bajado considerablemente, antes cuando las instituciones pagaban el transporte las familias bajo el lema "donde comen tres comen cuatro" podían hacer un esfuerzo y traer a un niño de vacaciones; pero hoy en día no es solo mantener a un niño durante dos meses (que es verdad que muchas familias tampoco pueden hacer esto), es pagar también el transporte del niño.

Sea como sea, admiro profundamente a estas familias que hacen un esfuerzo económico y personal para traer a estos niños a sus casas de vacaciones. Hablando con ellos todos coinciden en lo mismo, que aprenden muchas veces ellos más de los niños que los niños de ellos. Imaginaros que supone para un niño que no conoce otra realidad que la escasez de un campo de refugiados en medio de un desierto, venir de vacaciones a un país como el nuestro. Estos día me cuentan anécdotas que me encantan sobre la ilusión de las vacaciones para ellos. No todo es fácil, vienen con miedo, viajan solos sin sus padres y a un entorno totalmente diferente, a algunos les cuesta mucho adaptarse, pero la mayoría a los pocos días están ya en su salsa. Imaginaros lo que tiene que suponer para ellos la primera vez que montan en avión, pero no solo eso, sino pequeñas cosas de la vida cotidiana que para nosotros pasan desapercibidas para ellos son el juego más alucinante, por ejemplo los interruptores de la luz, los papás de acogida me cuentan entre risas como los niños los primeros días se pueden pasar horas jugando al divertido juego de encender y apagar la luz. O imaginaros lo que supone para ellos acostumbrados al racionamiento de agua, la primera vez que se bañan en una piscina o que contemplan la playa.



Sus sonrisas lo dicen todo. Suelen ser niños cariñosos y muy agradecidos. Sus sonrisas son características, no solo por la dulzura que generan, sino por la afectación dental que tienen por la fluorosis. El agua de los pozos de esa zona del desierto tiene muy alta concentración de flúor, la fluorización de las aguas es lo que ha hecho que disminuyan drásticamente los índices de caries en las poblaciones occidentales, pero como todo en la vida, el exceso es malo, e índices muy altos de flúor generan en el diente manchas, hendiduras y problemas estructurales. Gracias a las asociaciones que se mueven muchísimo, los niños son revisados médicamente (la mayoría vienen con desnutrición), hay ópticas que revisan su visión regalándoles las gafas y dentistas que solucionan sus problemas dentales. De hecho ya hoy día los niños que consiguen quedarse más tiempo aquí en acogida y estudiar en España, son los que tienen algún problema médico que necesite tratamiento en nuestro país. Cada vez es más difícil que les consiguan el visado de permanencia para más tiempo, el gobierno español lo pone difícil para otorgar visados a extranjeros y el saharaui también porque el que la juventud se vaya fuera erradica las esperanzas de tener gente que pueda seguir luchando por la causa.

Terminan las vacaciones, los niños se marchan con una sonrisa más blanca, un poco más fuertes físicamente por la buena alimentación, con gafas nuevas, una maleta llena de experiencias e imagino que con la esperanza de poder tener algún día unas vacaciones exactamente iguales pero son sus padres. Espero que la situación del Sahara pueda cambiar algún día, dejen de estar olvidados y la paz vuelva al desierto.

2 comentarios :

  1. El reparto de África a manos de los europeos no hizo ningún bien a ese gran continente. El Sahara ha sido víctima primero de los españoles y después de los marroquíes y ahí están abandonados a su suerte y lo peor, ya sin esperanzas. Llevan demasiado tiempo viviendo de las ayudas; la gente que conozco y va cada año allí a gestionar las vacaciones de los niños y a echar una mano me cuentan como son las mujeres son las que lo organizan todo y las que mantienen un poco de esperanza, pero la población en general está desencantada y aunque parezca mentira "acomodada" a lo poco que tienen y esa desidia en un pueblo que ha sufrido tanta opresión no es buena. Enhorabuena por ese trabajo desinteresado que hacéis con estos niños y esperemos que alguna vez se ponga solución a la situación de este pueblo. Un besote.

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    1. Pues totalmente de acuerdo contigo. África es el continente olvidado y hay intereses de muchos tipos para eso continue así. Muchas gracias por tu comentario. Un beso!

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